REFLEXIÓN
Es una verdad de nuestra fe, que nuestra fe
descansa en Dios. Dios se ha revelado en plenitud en Jesucristo, realidad que se recoge en todas las manifestaciones que Dios hizo por medio de los
profetas, del pueblo de Israel, y de
todos los hombres de Dios que le sirvieron de instrumentos para darse a conocer, dar a conocer sus bondades. Es claro, que Dios
se ha revelado y se sigue revelando por medio de la Biblia, la tradición, magisterio y los signos de los tiempos. La revelación de
Dios tiene que ver con la revelación de su Voluntad (Rom. 12,2). Desde que el hombre quiso ser como Dios (se inclinó al pecado),
Dios quiso redimirlo y salvarlo, y el libro de la Biblia es un libro de salvación, cuyo
propósito es la reconciliación con Dios. Dios quiere que cada uno de los seres
humanos conozca este mensaje y quien lo conoce, conoce a Dios, y conocer a
Dios implica dejarse amar por Él y oír a su Voluntad. El Antiguo Testamento en sus relatos
invita al hombre a responder a la Voluntad de Dios. Cuando
hablamos de obedecer a Dios, hacer su voluntad, estamos hablando de la respuesta relacional del hombre para con Dios. Estamos en el campo de lo que se llama "la
ética". La ética es la "ciencia" de la conducta que presupone
responsabilidad y ésta, a su vez, presupone libertad. "La ética en sentido
teológico, es ser responsables ante Dios por todas las relaciones que tenemos
que vivir mientras él nos permita existir en este mundo". Las decisiones
éticas participan de la sustancia de la existencia humana. Cada día y cada momento
confrontamos decisiones éticas cada vez más complejas. Lo que Dios requiere del
pueblo de Israel y de sus miembros es lo que por definición se estima bueno.
Todos nuestros actos tienen que estar bajo la línea de la “ética”, para que no
confrontemos y el mundo se mueva en un orden y armonía en todos los acontecimientos. Es evidente que en muchos pueblos la conducta
humana se relaciona estrechamente, con las enseñanzas de la Biblia en la que
encontramos el modo de ser del Dios que se reveló así mismo en los
acontecimientos de la historia de Israel.
Cuando
Isaías contemplaba la grandeza "moral" de Dios en el templo, ve su indignidad y
toma conciencia de lo inepto que es para cumplir con la misión que Dios le ha
confiado (Isaías 6, 5). Igualmente, cuando Abraham intercede por dos ciudades
corruptas, nos quiere enseñar lo mismo, que a Dios le preocupa la conducta de
los individuos. (Génesis 18, 16-33)
Nuestras
decisiones éticas dependen de nuestro deseo de hacer la voluntad de Dios, lo bueno, lo perfecto, lo que agrada: el amor. Nuestra escala de prioridades y nuestra escala de
valores. Estas prioridades y valores dependen de nuestra perspectiva de la
vida, de nuestra cosmovisión, o podemos decir de nuestra teología. Puesto que
todos los creyentes tienen que hacer decisiones éticas, es de suma importancia
que todos hagan teología conscientemente. Es en la ética donde la teología se
aplica más a la vida cotidiana. Si hacer teología es apelar a los principios bíblicos
a todo aspecto de la vida, entonces todos los cristianos están llamados a "teologizar".
He
aquí un desafío para todos los líderes cristianos: capacitar y orientar a
todos los creyentes para "teologizar", para reflexionar sobre su vida
cotidiana a la luz de las enseñanzas bíblicas. Es la responsabilidad de toda la
iglesia, aunque también hace falta que cristianos de profesiones específicas
(médicos, abogados, comerciantes, etc.) se junten para reflexionar sobre sus
dilemas éticos particulares y cómo actuar a la luz de los principios bíblico.